viernes, 28 de octubre de 2011

EL OTRO YO


Qué triste porvenir el tuyo, ser de  un subconsciente. Tu existencia involuntaria salpica escenas incoherentes.
Noche del alma humana, tambaleas siempre en la frontera y no se oxidan las horas y la luz, siempre acecha.

domingo, 24 de abril de 2011

DESTINO


Anida en ese sillón de la esquina, la infinita planicie de un eclipsado mortal. Fue el tiempo que enmudeció el deseo ferviente de socializar.
¡Qué desvinculado destino hilaste, vieja y envidiosa Parca!

De luto están las palabras que nunca pudiste sacar. Los veías correr y querías estar. Temblaban tus labios, brillaban tus ojos y sin embargo, no te animaste a hablar.
¡Qué introvertido destino hilaste, vieja y envidiosa Parca!

Barbarie sexual que contaminó tu ser, insaciable sed  animal de quererla tener. Y no entendiste porque, petrificados quedaron tus dedos ante esa mujer.
¡Qué retraído destino hilaste, vieja y envidiosa Parca!

¿Acaso no ves, maligna vieja, lo sensible que es?
¿Acaso no ves, envidiosa Parca, el cansancio en su piel?
 

sábado, 2 de abril de 2011

EL OTRO


Emerge una especie de ruptura interna que enceguece  la mirada. Ebullición sanguínea que retuerce el cuerpo y lo trastorna, es reflujo amargo que descorporaliza y desconoce el yo. Por dentro, germina un desorden  sentimental que disocia el alma y desvanece la objetividad. ¡Quema en las venas  tanta vulnerabilidad!  
Sin preveo, se engendra en el vientre rancio, Eris*, y brota un ser instintivo, fiera latente que no responde al amor. Resignados, preparan los ángeles, la misa de Réquiem, a ese hombre amable que lento se pierde en las garras de Fobos y Deimos**.
Sangrienta lucha se libra en su interior, metamorfosis inconsciente que lo arrastra hasta el límite del más hondo dolor. Deja atrás a ese ser marino de aguas calmas para reventar colérico en furia y terror.
*En la mitología griega, diosa de la discordia.
**Hijos de Ares, hermanos que representaban el terror y el odio.

martes, 8 de marzo de 2011

Tiempo de Planck

 

Coquetean los gametos en una danza erótica, desafiando guapos a la Nada misma. Es por mandato divino que se animan. 

Exentos de culpa interpretan sigilosos la Première Rhapsodie: la de la vida; y en un instante casi imperceptible,  fecundan tiempo, espacio, cielo y luna. Gestación caótica que apresurada se expande en cosmos y maravilla.  

Es verdad que el hacedor de Todo apresuro las letras, no quería estar más solo. Imaginó un universo útero, cavidad infinita, matriz del mundo que parió a sus hijos. Ellos, robustos; ellas, sensibles y bellas.