martes, 8 de marzo de 2011

Tiempo de Planck

 

Coquetean los gametos en una danza erótica, desafiando guapos a la Nada misma. Es por mandato divino que se animan. 

Exentos de culpa interpretan sigilosos la Première Rhapsodie: la de la vida; y en un instante casi imperceptible,  fecundan tiempo, espacio, cielo y luna. Gestación caótica que apresurada se expande en cosmos y maravilla.  

Es verdad que el hacedor de Todo apresuro las letras, no quería estar más solo. Imaginó un universo útero, cavidad infinita, matriz del mundo que parió a sus hijos. Ellos, robustos; ellas, sensibles y bellas.