domingo, 24 de abril de 2011

DESTINO


Anida en ese sillón de la esquina, la infinita planicie de un eclipsado mortal. Fue el tiempo que enmudeció el deseo ferviente de socializar.
¡Qué desvinculado destino hilaste, vieja y envidiosa Parca!

De luto están las palabras que nunca pudiste sacar. Los veías correr y querías estar. Temblaban tus labios, brillaban tus ojos y sin embargo, no te animaste a hablar.
¡Qué introvertido destino hilaste, vieja y envidiosa Parca!

Barbarie sexual que contaminó tu ser, insaciable sed  animal de quererla tener. Y no entendiste porque, petrificados quedaron tus dedos ante esa mujer.
¡Qué retraído destino hilaste, vieja y envidiosa Parca!

¿Acaso no ves, maligna vieja, lo sensible que es?
¿Acaso no ves, envidiosa Parca, el cansancio en su piel?
 

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