Enmudecieron las bisagras
y la silla perdió su razón de ser.
El aire ya no tiene quien le moleste
y lagrimea en sus grietas la pared.
No se en que otoño se gastaron las pisadas,
no se en que invierno de tanto no mirar
enceguecieron las ventanas.
Y el culpable fue el tiempo que subastó las historias
que un día llenaron esa casa.
Y en el patio, una lápida,
En cada rincón extraña la soledad
tanta risa
tanto amor
tanta vida.
Y llora todo el que pasa.
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