miércoles, 9 de septiembre de 2009

LOS UNOS Y LOS OTROS

 Recorriendo uno de los diarios nacionales encuentro una nota sobre las bandas de skinhead, y no puedo dejar de pensar en una investigación que realizó hace poco el mismo medio, sobre el fenómeno de los Maras en la argentina. Nombre con el que se conoce a las pandillas juveniles en Centroamérica y México, originadas por el retorno de enormes cantidades de emigrantes deportados por delincuencia desde México y EEUU.
Estos grupos pandilleros en nuestro país, toman la cárcel como su casa, oficina o escuela donde se profesionalizan. Obtiene sus ingresos, entre robos, “impuestos a micros” y protección de negocios. Albergan niños y jóvenes que no tienen hogar estable y les enseñan a sobrevivir en las calles, a cambio de ser un miembro más.
Pero para poder entender el crecimiento en números de estos minigrupo, hay que partir de una explicación filosófica que apunta, que el ser humano es una sustancia que no tiene su existencia por si mismo. Esto es, que el sujeto se constituye a partir de un otro.

La figura del Otro, explica Lacan, nos sitúa en el mundo, nos permite la función simbólica en la medida que da al sujeto un punto de anclaje. Marca el modo de relación con él y con los semejantes, y da cuenta de un origen. A lo largo de la historia ese Otro ha sido Dios en el monoteísmo, el Rey en la monarquía, el Pueblo en la república, la Nación con la llegada de la soberanía. Cada sistema social crea sus propios criterios de existencia.

Voy a detenerme en el Estado-Nación que diseño la Modernidad. Este Estado funcionaba gracias a las instituciones que fueron las encargadas, bajo el paradigma disciplinar, de corporizar, transmitir y generalizar ideas como el progreso a través de la razón y la ciencia, de un sujeto autónomo, libre y universal, de la ampliación del espacio público por medio de la ciudadanía, de la emancipación y la liberación política y social. Las Instituciones tenían una relación fraternal entre si. Operaban sobre las marcas previamente forjadas, por ejemplo: la escuela operaba sobre marcaciones familiares. Y la eficacia se daba gracias a la permanencia, a la continuidad de esta operatoria que generaba regularidad simbólica.


Pero con el advenimiento del neoliberalismo las reglas de juego cambiaron. Con una nueva lógica de mercado como regulador de las relaciones sociales devino el agotamiento de los Estado-Nación. Este Padre (como lo entiende Freud) que regulaba, articulaba, daba sentido ya no está más. Y el mercado no funciona como un equivalente. No apuesta a una identificación de conjunto de sociedad. Es el destructor de las estructuras colectivas y hace del individuo solo y libre, un culto.

El filósofo Dany-Robert Dufour expresa que ante este nuevo orden es inevitable la aparición de síntomas sociales como:


  • fallas psíquicas (los mas populares, ataques de pánico y ansiedad)

  • explotación a gran escala

  • eclosión de un malestar en la cultura

  • multiplicación de actos de violencias


Son las nuevas formas de alineación y desigualdad. Y pareciese que nuestros gobernantes no tiene la menor intención de cambiar esta situación, ya que amplifican la brecha de desigualdad social construyendo un muro entre dos barrios bonaerense, “El Muro de la Vergüenza”. Destruyendo en este acto la dignidad de los sectores excluidos de la sociedad. La dignidad de los nadie, los ninguno, los ninguneados, los dueño de nada (Galeano). Acto anárquico del intendente Posse, porque no fue consensuado en el Consejo Deliberante ni dialogado con el intendente de San Fernando. ¿Será esto por el muro de la incomunicación que los grandes medios de comunicación construyen cada día?

Este individuo más abandonado que solo no encuentra un punto de anclaje. Las generaciones adultas no pueden ofrecer propuestas a los más jóvenes ya que están transitando en un mundo donde las personas se cotizan en la Bolsa. En esta era de la fluidez, como la llamó Lewkowicz, de la inestabilidad, del sálvese quien pueda, ya no se trata de vivir sino de sobrevivir. Ya no se trata de ser alguien sino de estar inserto en la cadena productiva.

Ante este nuevo escenario en donde todo se juega en el aquí y ahora emergen algunas tendencias que tratan de subsanar la ausencia del Otro. Funcionan a modo de curitas del cuerpo social. Estos son los minigrupo. Es que el sujeto no puede hacer frente solo a la autonomía.

Estos grupos rearticulan los modos de cohesión y reidentificación tanto para jóvenes como para adultos. Ser parte de un proyecto, pertenecer, tener una historia, estar integrado y no desintegrado. Para conformar la identidad del grupo se apela a la delimitación de un exterior y un interior que llevará a definirlos. En este trazado de límites, que muros históricos nos demuestran que también pueden ser geográficos, nace la lógica del grupo. “En el país surge una amenaza: rojos, inmigrantes y terrorismo separata…”dice una canción de un grupo skinhead. Transformándose el texto grupal en un poderoso generador de sentido. Algunos vecinos de la Horqueta, (uno de los barrios más ricos de San Isidro) dijeron que el muro es feo, es una medida extrema, pero que nos le quedó otra. En una cultura que vive cada vez más de narrativas y representaciones visualizadas en un espacio publicitario y tecnológico, la visualización de las diferencias es negativa.

La ausencia de un proyecto de sociedad, fortalece al grupo. Hay integración grupal pero desintegración social. Observamos que los grupos funcionan como islas, construyen sus ilusiones, mitos y utopías, se atrincheran en barrios protegidos o no, se esconden en clubes subterráneos, deambulan llorosos entre lápidas, transitan adormecidos en bolsas tóxicas. El capitalismo, el neoliberalismo, el mercado, la Bestia, como más guste llamarlo, nos quito el ancla y nos sentenció al naufragio social. Habría que reflexionar sobre que podemos rescatar de ese naufragio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario